A raíz de escribir mi anterior post
sobre mi proceso personal con mi Señor Dios, me han sucedido dos
sucesos inesperados por mi, que no alcanzo a comprender en su
totalidad.
Una vez escrito el post, me dirigí a
un grupo de amigos que estaban conectados online pidiéndoles que, si
les era posible, pudieran leerlo y decirme que sentimientos
transmitía. Solo esto.
No pudieron hacerlo. Motivo: su
experiencias (según pude deducir) con sacerdotes.
Intente dialogar y animarles a que
olvidaran esas vivencias, en un intento para que pudieran separar lo
que son las personas, este caso sacerdotes, con la realidad suprema
que es Dios.
Fue en vano.
Me sentí frustrada por querer saber
que sentimientos trasmitía en el post y poder aprender.
Cambiar algo si era necesario o dejarlo
como estaba, en lo supo superarme.
También por no conseguir, hacerme
entender y conseguir que esa persona en cuestión olvidara por un
momento a ese sacerdote, que lo dejase de lado y sintiera la verdad
que yo siento y que según los comentarios que me han llegado,
sienten mucha más personas.
El caso es que broto incomprensión,
por un lado dentro de mi, por otro lado comprensión.
Comprender que se ha jugado con las
personas en nombre de Dios, de la iglesia y de esta religión.
Son muchos los que han padecido abusos,
que son difíciles de superar. Se ha infringido mucho sufrimiento y
es algo, realmente demoledor.
Mi incomprensión, por otro lado, es
darme cuenta que esos hechos que nos han llegado a destrozar por
dentro, siguen vivos, aunque hayan pasado los años.
Me asaltaba una pregunta, mientras leía
la contestaciones de esta persona.
Entonces..por que una persona o grupo
de personas te hayan dañado tanto,
¿vas a consentir y darles el poder,de
apartarte de una verdad suprema, de tu vida, de la vida.?
¿Vas a dejar de ir a pedir asistencia
médica, por que un médico te trato mal, o un poco más y te mueres,
o dos médicos o cien ?
Yo he sufrido acoso laboral durante
tres años, todavía hoy, aunque he ganado el juicio, menos mal
después de todo, siento que esta victoria es amarga. Yo también he
padecido y padezco.
Podría cambiar de trabajo, si lo
encontrase.
En cambio, se lo que he pasado en mis
anteriores trabajos.
Me han quitado vacaciones, me han
querido engañar... He aguantado al amante de mi jefe que me
maltratara verbalmente..y su mujer no se enteraba de nada, aunque
trabajaba con nosotros.
¿Que hago ahora? Pensar que todo es
basura. ¿Voy a odiar el trabajo?
¿Me niego a trabajar?
Tengo que comer, claro. ¿Voy a
trabajar, con cara tosca y malhumorada?
Bajo la creencia de que me tengo que
defender de todo y de todos.
¿De vivir y creer que estoy en un
mundo peligroso?
Cuando estaba sumida en el proceso de
acoso en el trabajo, tuve claro varias cosas.
1º-La vida, tiene etapas muy perras,
amargas, no por eso lo voy a empeorar.
2º- No estoy dispuesta a tomar
ansiolíticos ni nada por el estilo, por que unas personas “ mal
usadas” ( este es el calificativo más educado que encontré por aquel entonces) me estén acosando.
Unas personas, que para lavar su conciencia se dedican a hacer
trabajos de cooperación
Internacionales, a personas del tercer mundo, como si estas personas
por pobres, no fuesen capaces de
verlas tal y como son. Serán pobres pero no ignorantes.
Con esta consigna llame a una
Psicóloga, necesitaba ayuda para no volverme loca.
Tengo la creencia de que todos los
males de este mundo, un 99,99% de ellos se resuelve desde razonando.
Por eso “invertí” en mi acudiendo a Psicología de gabinete.
Me recomendaron la Psicología
conductual cognitiva y yo la recomiendo también.
Cogí los recursos de zen y cuando
llegaba a las 10 de la noche, me dirigía a practicar una hora de
zazen,( los subí a este blog, para tenerlos a mano) después hacia
los ejercicios de la psicóloga.
Terminaba a las 12 de la noche. Todas
las noches. Una tras otra. Me armaba de valor y practicaba.
El zen, es duro, me dolían las
piernas, la espalda, en cambio sabia que no podía quedarme en el
rencor y el resentimiento.
Se lo ofrecía al Señor para que me lo
bendijera y no pecar y aguantaba como podía, tenia que hacerlo por
mi propio bien.
No estaba dispuesta a darles a mis
verdugos el poder de traumatizar me de por vida. Eso nunca.
Rogaba al cielo, para que me ayudaran a
entender la compasión tibetana en el argot cristiano.
Sabia ,como aficionada a la
Antropología, que las bases de toda religión y filosofía se basan
en lo mismo. Por eso tenia la seguridad que en los cristianos, ya
sean católicos o ortodoxos, existía la compasión.
Se me fue dado y lo entendí, fue en un
sueño, un sueño vivencial, donde participaba activamente. No lo
sabría explicar. Me aferre a ello como mi única tabla de
salvación.
La compasión y el zen. El zen para
calmarme. La compasión para entender y desterrar el rencor y el odio
y así evitar ponerme a la altura de esas personas.
De lo contrario me hubiera vuelto más
violenta si cabe, que mis propios acosadores.
Mi médico me dijo: Si te dejas las
pastillas caerás.
Y yo entre mi: con la practica del zen
y mis ejercicios, más el tratamiento de gabinete en Psicología?..no,
eso no ocurrirá y no he caído.
He tenido rachas, como todo el mundo,
pero caer....no. Sé lo que quiero y como conseguirlo.
Mis recuerdos están ahí. Vienen a la
cabeza de vez en cuando. Cuando eso pasa los acepto, les digo eres
pasado. Todo está bien. Todo está bien.
No practico zen, como he dicho es una
practica muy dura y ahora no tengo esa fuerza para practicarlo, ni la
urgencia de hacerlo.
La compasión la sigo cultivando, es mi
escudo, contra el odio y el rencor, que con la vida que llevamos
viene a menudo.
Y tengo claro, que fue una etapa que se
encuentra en el pasado. Y ahí la dejo.
Jamás he estado dispuesta a
arrastrarlo. Ni lo consentiré nunca.
La vida sigue, no vuelve y quiero
vivir.
No estoy dispuesta morir en vida.
Elijo vivir.
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