¿CONFÍAS EN DIOS?
Muchas
veces, cuando los retos vitales son grandes o cuando cesamos de estar
tan apresados por los cantos de sirena de la sociedad surgen las
preguntas esenciales: ¿por qué estoy aquí?, ¿para qué?, ¿cuál es el
sentido de sufrir así?, ¿qué es este círculo vicioso del cual no sé cómo
salir?
Atrapados
por la densidad de la tercera dimensión, ciegos a la verdad, movidos
por milenios de paradigmas de lucha y dolor, ciertamente no recordamos
que hemos aceptado venir aquí. Ni caímos accidentalmente ni nos
obligaron ni surgimos de la nada. Hemos venido voluntariamente de
múltiples lugares a protagonizar este experimento cósmico de separación y
limitación, de dualidad, de luz y oscuridad, de espiritualización de la
materia. ¡Qué maravillosa oportunidad y qué desafiante forma de
fraguar nuestra Maestría!
Al
pasar el velo, olvidamos todo esto y volvemos a quedar enganchados de
los dramas cotidianos, de la falta de sentido o del sentido dado por
otros. Nos creemos inferiores, solos, aislados, débiles y acumulamos posesiones, relaciones, títulos, dinero, poder para compensarlo. Cuando
salimos (morimos), nos damos cuenta de lo que hemos hecho o negado o
abandonado y nos proponemos remediarlo. Y entramos nuevamente, llenos
de determinación. Y es probable que, otra vez, la ilusión general nos
atrape y poco podamos hacer. Y así giramos y giramos…
¿Qué
está sucediendo ahora? Estamos cerrando el experimento, somos muchas
almas las que estamos recordando y deseando traer el Cielo a la Tierra.
¿Qué nos frena? En cuanto nuestra conciencia comienza a abrirse,
las capas de cientos de encarnaciones aparecen, con sus asuntos
inconclusos y, sobre todo, con sus miedos y soledades. Nos hemos
sentido tan abandonados y aislados en este planeta lejano, tan olvidados
por la mano de Dios, que ya no confiamos en que Él estará aquí para
sostenernos. La limitación y la carencia vividas por tanto tiempo
nos hace dudar de que seremos guiados y protegidos, nutridos y
acompañados. Frágiles y perdidos, tratamos y tratamos, para volver a
recrear el abandono.
Y, sin embargo, ahí está la solución. Abandonar todo lo que nos detiene, nos aprisiona, nos frustra, nos miente, nos limita. AbandonarNOS.
Entregarnos a nuestro Ser Superior, a la Luz y el Amor de Dios.
Hermoso como suena, nos resulta extremadamente difícil. Cientos de vidas nos dicen que no será posible. Esta vez tampoco. Esta vez tampoco.
Mi
experiencia personal está llena de esta dicotomía. Justo cuando más
ardientemente me propongo limpiar mi karma y entregarme a mi alma, más
desafíos aparecen. ¿Y podría ser de otra forma? Todo lo inconcluso debe mostrarse para ser solucionado y cerrado. Cuando más deseo abrir mi corazón, más temor y aislamiento suscito. Así debe ser: ¿cómo afirmar el amor sino es eligiéndolo al miedo? Una sola cosa aprendí: cuanto más acepto lo que viene y confío en su resolución a través de la luz y el amor… más sencillo y rápido resulta. La resistencia y la desconfianza sólo lo agranda.
Todos
estamos atravesando por esto ahora. No hay ninguna vergüenza en ello.
Tenemos la herida de la separación de Dios en los genes. Nos hemos
sentido abandonados por Él incontables veces. Volver a confiar en Él es
lo que necesitamos: también tenemos la conexión esencial en los genes.
¿Cómo hacerlo? Aceptando lo que sucede como parte del proceso de unión, eligiendo el amor y la alegría, a cada momento.
Al principio, resulta arduo pero, a medida que perseveramos, la
serenidad que vamos sintiendo nos acerca a una forma de vida totalmente
distinta, con una vibración de abundancia y creatividad inigualables.
Mientras
voy entregándome más y más, todo se va liberando y desvaneciendo con
una velocidad y gracia que me sorprenden. Sólo el AHORA, este instante
infinito, encuentra espacio en mí y en mi vida. Sin pasado, sin futuro
idealizado. La confianza y la gratitud ensanchan sus orillas y me dejo
fluir en el océano de Dios, que todo lo acepta y ama.
¿ESTÁS DESPERTANDO? NO ESTÁS SOLO
Leemos
y hablamos mucho sobre la Nueva Energía, sobre los sublimes cambios que
estamos y estaremos atravesando, pero, ¿cómo se manifiesta eso para
cada uno de nosotros? Te cuento mi caso, por si te ayuda a
comprenderlo mejor.
Si
bien lo espiritual fue decisivo en mi vida desde siempre, los últimos
diez años han sido bien movidos, más en el adentro que en el afuera.
Desde los síntomas físicos hasta los psicológicos, no ha habido respiro
ni tregua. Justamente, ayudarme de la respiración fue una
clave importante que no paro de recomendar porque es uno de los aspectos
más fundamentales y subvalorados de esta transformación. Por ser
simple, se la deja de lado sin comprender que lo nuevo va de la mano de
la sencillez, tan lejana al Ego y sus complejidades inútiles.
Calores
continuos (que me despertaban más de diez veces por noche), rinitis
vasomotora que se convertían en sinusitis, dolores que mutaban de
lugares, aumento de peso con hinchazones incluidas que me hacían parecer
embarazada, visiones borrosas intermitentes, ruidos en los oídos,
mareos, enfermedades que aparecían y desaparecían como vinieron… algo
más??!! Sí, algunas que otras cosas que olvidé piadosamente han sido el
recorrido que fue forjando un cuerpo físico que sostenga un nivel mucho
mayor de Luz. Algunos síntomas continúan mucho más atenuados (o son
distintos de acuerdo a nuevos Portales), pero lo importante es no hacer drama con ellos. Aceptarlos como parte del proceso y ayudar con recursos apropiados es lo mejor.
El Ego también tuvo sus cataclismos. Barrer
bajo la alfombra los asuntos significativos no va con la Nueva
Energía. Todo debe salir a la luz y ser reconocido y sanado. No
hubo aspecto que no fuera revisado y cambiado. Eso impactó en mi
entorno. Conocidos, amigos, familiares, pacientes, grupos, fueron
desapareciendo paulatinamente. Algunos retornaron desde otros lugares,
otros se fueron para siempre. La vibración va haciendo elecciones
continuas de acuerdo a su evolución y aprendizajes. Al principio, las
sufría y me enojaba. Con el tiempo, me acostumbré a las pocas relaciones, al vaivén de los cambios y a una mayor soledad.
Siempre, tuve una veta de solitaria. En algunos tiempos, la padecía. Comprendí
que era necesaria para encontrarme y disfrutar de ser yo misma, de
sentirme bien en mi piel, de aceptarme y amarme totalmente a fin de
hacer lo mismo con los demás. De lo contrario, mis propios
conflictos y necesidades eran reflejados por los otros y las relaciones
se convertían en demandas constantes de que me dieran lo que yo no creía
poder darme.
El
trabajo y la prosperidad fueron otro tema candente. Después de mucho
buscar, había encontrado lo que mi corazón deseaba hacer. Esto es
fundamental. Prosperamos en lo que amamos, en lo que nos es fácil y natural.
Esto implica soltar una enorme cantidad de conceptos con lo que la
sociedad nos bombardea como verdades y que no son más que mentiras
disfrazadas para mantenernos esclavizados. Fui encontrando mis formas
de vivir en abundancia con mis parámetros.
Esto
es verdad en todos los sentidos. La Nueva Energía tiene sus
particulares cualidades que no tienen ningún punto de comparación con la
vieja. No podemos usar los mismos métodos de la sociedad en la que
estamos inmersos si queremos resultados distintos. Eso es
esquizofrenia. Lo que hace veinte, diez años atrás era imposible o muy
difícil, ahora está habilitado. Hay una corriente energética
desplazándose fluidamente para que nos subamos y hagamos todo desde el
nuevo paradigma. Desconocerlo o descreerlo solo incrementa el
esfuerzo y el sufrimiento inútilmente. Surfeemos la ola y recibiremos
su impulso y poder.
Los que despertamos o los que están en ello tenemos una característica común: nos sentimos raros, desplazados, solos. Muchos se aíslan o se discriminan ellos mismos.
Los que hemos estado encarnando desde hace mucho tiempo también podemos
sentirnos que no merecemos esta oportunidad o que seremos castigados o
perseguidos: es el “recuerdo” de antiguos sucesos. No sucederá esta vez. Este es el tiempo que hemos estado esperando. Nosotros somos los que hemos estado esperando. Al conectarnos con nuestra alma, los velos se irán afinando poco a poco y sabremos que ya somos y tenemos lo necesario.
No
estás solo. Muchos están despertando. Mira a tu alrededor. Aunque
creas que eres un bicho raro o que no comprendes muy bien que te está
sucediendo o que estás buscando “algo más” que no sabes qué es, eres
parte importante de este cambio. No te escondas. Tampoco evangelices. Cada uno despertará a su ritmo y encontrará lo que necesita. Simplemente,
acepta el luminoso proceso. Gózalo. Es la razón por la que viniste.
Conéctate. A ti mismo, a los otros, a la ayuda que precises. Hazlo
parte de tu vida diaria. Ya no existe la separación entre materia y espíritu. Todo es Uno. Y te guía y sostiene. Maravíllate. Eres único. Eres Todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario