martes, 28 de mayo de 2013

Los Koans y las parábolas



Intrigada por la exaltación y el fervor de los  judíos, que visto y leído en distintos artículos, sobre las mujeres del muro; me preguntaba, que encontraban  en el Antiguo Testamento, como para llegar a
esos límites de discordia, de adoración y entusiasmo, por la Torá.

Como  Católica , me he lo preguntado una y otra vez. Más de una vez he cogido la Biblia, buscando esa luz inspiradora, o esa verdad sublime..y que nunca encontraba.
Entonces..


Y fue precisamente este Domingo pasado, mientras comía, cuando me vino a la mente, "la posible" respuesta.


                 Las parábolas son semejantes a los Koans en zen.



Simples frases que encierran un conocimiento profundo.....

Visto con esta lógica si lo puedo entender.
Y si es así...Jesús, nos trasmitió sus enseñanzas para que usáramos el raciocinio, y si es así hacernos responsables de nosotros mismos....

Si esto que me paso por la cabeza, es cierto, Jesús de Nazaret  es más inteligente de lo que nos han
hecho creer.
Y esta verdad, que es personal, me satisface.
Me quedo con ella.










Thich Nhat Hanh.Una Buena Respiración Es Suficiente

Voy a empezar a profundizar en Zen.
He pensado en Thich Nhat Hanh, como maestro.

He visto varios vídeos sobre él y me resultan sumamente
interesantes.

Así que con él empiezo.









A sus pies Maestro.


jueves, 23 de mayo de 2013

El cerebro adulto puede ser entrenado para la compasión.


Un estudio revela que este sentimiento humano es como un “músculo” que puede fortalecerse


Un estudio realizado por científicos estadounidenses ha revelado que los adultos pueden ser entrenados para ser más compasivos, del mismo modo que se entrenan para desarrollar habilidades físicas o académicas. En la investigación se pidió a un grupo de voluntarios que practicaran durante 30 días una técnica de meditación budista conocida como “meditación compasiva”. Tras este periodo de tiempo, se constató que las personas se habían vuelto más altruistas y que, además, sus cerebros habían sufrido cambios en regiones vinculadas con la empatía, la regulación de las emociones y las emociones positivas. Por Yaiza Martínez.




Hasta ahora, se sabía muy poco sobre el potencial humano para cultivar lacompasión, que por definición es un sentimiento humano que se manifiesta a partir del sufrimiento de otro ser , y que despierta el deseo de aliviar o reducir el sufrimiento ajeno. 

Un nuevo estudio realizado por investigadores del Center for Investigating Healthy Minds de la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos, ha demostrado ahora que los adultos pueden ser entrenados para ser más compasivos. La investigación, publicada por la revista Psychological Science, de la Association for Psychological Science (APS), analizó si dicho entrenamiento podía provocar una conducta más altruista y cambios en los sistemas neuronales subyacentes a la compasión. 

"Nuestras preguntas fundamentales fueron: '¿Puede la compasión ser aprendida por los adultos? ¿Podemos ser más solidarios si practicamos esa forma de pensar? ' ", explica la psicóloga Helen Weng, autora principal del estudio, en un comunicado de la APS. "Las evidencias obtenidas señalan que sí”, añade la investigadora. 

Aplicar la ‘meditación compasiva’ 

En la investigación, los científicos entrenaron a un grupo de jóvenes adultos en un tipo de meditación denominada “meditación compasiva” o Tonglen, que es una técnica budista que consiste en visualizar el sufrimiento de otros e interiorizarlo con la respiración, para luego realizar una exhalación visualizando que se proporciona bienestar a los seres vivientes. 

En este caso, los participantes imaginaron un momento en que el que alguien hubiese sufrido y desearon que ese sufrimiento fuese eliminado. Los voluntarios repitieron al mismo tiempo frases que les ayudaron a centrarse en la compasión como: "Libérate del sufrimiento. Puedes obtener alegría y alivio". 

Esta práctica fue realizada con diferentes categorías de personas, primero con un ser querido por el que era fácil sentir compasión, como un amigo o un familiar. Después, los voluntarios repitieron el entrenamiento, practicando la compasión con ellos mismos y con un extraño. Por último, ejercitaron su compasión hacia alguien con quien estuvieran en conflicto, una "persona difícil", como un compañero de trabajo o de piso. 

Weng asegura que este enfoque sistemático sirvió para que los participantes elaboraran su compasión, que la desarrollaran como un “músculo", con el que responder mejor a los sufrimientos de los demás con atención y deseo de ayudar.


Modificar los hábitos emocionales 

Los resultados obtenidos con este grupo de personas fueron comparados con los de otro grupo control que fue entrenado en revaluación cognitiva, una técnica que permite aprender a replantearse los propios pensamientos para que éstos sean menos negativos. 

En ambos entrenamientos, los participantes siguieron instrucciones de audio a través de Internet 30 minutos al día, durante un periodo de tiempo de dos semanas. "Queríamos averiguar si la gente puede empezar a cambiar sus hábitos emocionales en un período de tiempo relativamente corto ", explica Weng. 

La prueba de que la compasión puede ser entrenada consistió en comprobar que el altruismo aumentaba en los individuos sometidos al estudio, e incluso si éstos estaban dispuestos a ayudar a personas desconocidas. 

Para conocer los resultados de los ejercicios, se pidió a los participantes que jugaran a un juego en el que se les daba la oportunidad de gastar su propio dinero para ayudar a personas necesitadas. Los voluntarios jugaron a través de Internet con dos jugadores anónimos, un "dictador" y una "víctima". 

En el transcurso de la partida observaron cómo el “dictador” compartía una cantidad injusta de dinero (sólo uno de cada 10 dólares) con la “víctima”, y debieron decidir qué cantidad de su propio dinero (en total tenían cinco dólares) querían invertir en la “víctima”, con el fin de redistribuir los fondos del “dictador” y acabar con la desigualdad entre éste y el otro jugador anónimo. 

Según Weng, los resultados demostraron que "las personas entrenadas para la compasión fueron más propensas a gastar su propio dinero, de manera altruista, para ayudar a alguien injustamente tratado, en comparación con los voluntarios entrenados en revaluación cognitiva”. 

Neurología subyacente a la compasión 

Por otra parte, los científicos quisieron analizar los cambios cerebrales ocurridos en las personas que se mostraron más generosas en el juego. Para ello, midieron 
sus respuestas neuronales con la técnica de exploración de resonancia magnética funcional (fMRI)‎, antes y después del entrenamiento en la compasión. Esta técnica permite mostrar en imágenes las regiones cerebrales que ejecutan una tarea determinada. 

De esta forma, se comprobó que la intensidad de la actividad cerebral había cambiado desde el principio hasta el final del entrenamiento en compasión, y que las personas más altruistas tras practicar la meditación compasiva fueron aquéllas que presentaron la mayor cantidad de estos cambios neuronales, frente a imágenes que reflejaban el sufrimiento humano. 

En concreto, la actividad cerebral de estos individuos sufrió un incremento en la corteza parietal inferior, una región que se sabe está implicada en la empatía y en la comprensión de los demás. El entrenamiento en la compasión también aumentó la actividad neuronal en la corteza prefrontal dorsolateral y en la medida en que esta área se comunica con el núcleo accumbens. Estas regiones del cerebro están vinculadas a la regulación de las emociones y a las emociones positivas. 

Los resultados obtenidos sugieren que la compasión, al igual que cualquier habilidad física o académica, no es algo estable sino que se puede mejorar con entrenamiento y práctica. Además señalan la importancia de formar en compasión y bondad en las escuelas, para ayudar a los niños a estar en sintonía con sus propias emociones y las de los demás, señalan los científicos. Asimismo, éstos creen que el entrenamiento en la compasión podría servir para tratar problemas sociales, como la ansiedad social o el comportamiento antisocial. 

La flexibilidad del sentimiento compasivo 

La flexibilidad del sentimiento compasivo había quedado ya reflejada en dos estudios previos, cuyos resultados revelaron que la situación social –en este caso, el hecho de pertenecer a clases sociales más bajas o más altas - influyen en el grado de compasión de las personas. 

Una de estas investigaciones fue la realizada en 2012 por científicos de la Universidad de California en Berkeley (UC Berkeley), Estados Unidos, con 300 personas. 

En ella se constató que los individuos que pertenecen a clases socioeconómicas más bajas sintonizan más con el sufrimiento ajeno, incluso a nivel fisiológico, y expresan mayor compasión hacia los demás que los individuos pudientes. En 2010, otro estudio arrojó resultados similares. 

Sobre la posibilidad de modificar nuestro grado de compasión practicando la meditación compasiva, uno de los principales investigadores actuales de la compasión desde la óptica científica, David DeSteno, de la Universidad Northeastern de Estados Unidos, ha explicado que esta técnica resultaría eficiente para aumentar la compasión porque “cuanto más dispuesta esté la mente a darse cuenta automáticamente de que todos los seres son iguales, más propensa será a sentir compasión del mismo modo hacia todos los que sufren”. 

Por otro lado, DeSteno señala que la compasión también varía según el objeto de ésta, y que esta flexibilidad tiene una causa biológica: “Sentir compasión normalmente hace que actuemos para ayudar a otras personas, a menudo a costa de nosotros mismos. Si cualquier individuo se siente movido a la compasión a cada momento, esto podría paralizarlo. Esa persona experimentaría un pesar constante y utilizaría todos sus recursos en ayudar a los demás. Esta actitud, aunque pueda parecer un noble objetivo, en términos de lógica evolutiva sería una abominación”, afirma. 

Por esa razón, nuestra mente intuitiva nos hace sentir más compasión por aquellos con los que compartimos alguna afiliación, como la familia o las personas con las que compartimos determinadas identidades grupales.




Fuente tendencias21  net

martes, 14 de mayo de 2013

sábado, 4 de mayo de 2013

Mujeres judías ganan una batalla por la igualdad en el Muro de los Lamentos

Me hago eco de una noticia que me ha impactado.
Mujeres del Muro han conseguido tener igualdad para rezar en el muro de las
lamentaciones.

Desconocía este hecho. Me ha intrigado.
Por un lado me siento identificada con ellas, por las limitaciones impuestas por su entorno, que poco a poco están superando. Por otro lado impresionada por su valentía, su determinación y su valentía.

Os dejo el artículo:






Las "Mujeres del Muro", pertenecientes a corrientes no ultra-ortodoxas del judaísmo y que reivindican su derecho a rezar ataviadas con indumentaria reservada a los hombres en el Muro Occidental o Kotel Hamarabí (conocido en el mundo gentil como "Muro de los Lamentos), ganaron una pequeña batalla al recibir el respaldo de un tribunal de Jerusalén.
La Corte del Distrito de Jerusalén dictaminó que este grupo de mujeres no vulneran "costumbres locales" ni provocan a nadie, por lo que no existe justificación alguna para detenerlas o interrogarlas, como venía sucediendo en los últimos meses..
La victoria es, además, simbólica ya que la sentencia apoya su determinación a seguir vistiendo los mantos de oración judíos (talit) y las filacterias (tefilín) cuando rezan, y sobre todo, que no tienen porqué hacerlo frente al Arco de Robinson, aledaño a la plaza del Muro Occidental.
Es un "día de fiesta, un día de liberación que nos trae un mensaje de igualdad y pluralismo", afirmó nada más conocerse el fallo Anat Hofman, presidenta del grupo religioso.
Más de medio centenar de mujeres acuden cada primero de mes (según el calendario judío) al principal santuario del judaísmo ataviadas como tradicionalmente lo hacen los varones judíos, un acto que resulta desafiante y revolucionario.
De acuerdo a la tradición ortodoxa del judaísmo, también tienen vetado cantar, puesto que a los hombres, que rezan a pocos metros, separados por una pantalla metálica, no les está permitido escuchar el canto de una mujer, ya que entienden que este les puede resultar "tentador" y distraerles de sus rezos.
Durante años las Mujeres del Muro, pertenecientes a las corrientes reformistas o del movimiento conservador (Masortí), han mantenido su presencia en el lugar una mañana al mes, como forma de reclamar su espacio en el lugar más cercano al Monte del Templo - el lugar sagrado para los judíos -, y correspondía a una de las paredes que rodeaban el Segundo Templo reconstruido por Herodes.
En los últimos meses venían aumentando su contestación y exigían que el Kotel (Muro de los Lamentos) se abriera a todas las vertientes del judaísmo.
"Es hora de liberar el Muro Occidental. ¿No nos pertenece el muro a todos?. Es un sitio nacional, un símbolo, no religioso y, pese a ello, lo han convertido en una sinagoga haredí (ultra-ortodoxa). Es hora de tirar abajo la división (que separa a hombres de mujeres)", escribió
en Facebook la diputada laborista Merav Michaeli.
Otras legisladoras, como Tamar Zandberg, del pacifista Meeretz, o la laborista Stav Shafir, acuden al muro en solidaridad con la lucha de las mujeres.
En un nuevo atrevimiento, este mes, por vez primera, el grupo rechazó su "destierro" al Arco de Robinson, tras rezar en el muro, para completar el servicio leyendo directamente del rollo de la Torá (algo que también tienen prohibido hacer en la plaza principal) y osaron leer pasajes bíblicos frente al muro, si bien no de un rollo, sino de un libro normal.
"Esta última vez hemos llevado la liturgia más lejos que nunca en el muro", explicó satisfecha, la rabina paraguaya Sandra Kochmann, conservadora, tras la última ceremonia, celebrada el pasado día 11.
Según ella, el apoyo crece porque "todo el mundo se da cuenta de que es imposible que en Israel, que es el Estado judío, sea el único lugar en el mundo donde no hay libertad de religión para el pueblo judío, para que todos puedan rezar como están acostumbrados a hacerlo en sus sinagogas, de manera igualitaria hombres y mujeres".
Resalta que el Pentateuco exime a la mujer de determinados rezos y preceptos, "pero no prohíbe, sino que libera de su cumplimiento, la prohibición no procede de la ley judía, sino simplemente de la tradición".
Ellas no están solas, aunque la osadía de cantar en voz alta la hagan en solitario desde el lado del muro reservado a las mujeres. También los hombres judíos no ortodoxos defienden su inclusión y un espacio compartido para todos.
"Somos parte del pueblo judío como los demás, ni mejores ni peores, y queremos también esta parte simbólica", dice frente al muro el rabino conservador Uri Ayalón.
Frente a ellos, la postura de los ultra-ortodoxos que tratan de acallar con gritos e insultos los cantos de las mujeres.
"Son estúpidas y no entienden lo que es el Muro. Ellas no creen en Dios. No rezan de la forma correcta. Hace cien años Hitler vino precisamente por culpa de los judíos reformistas", asevera Yafit, una haredí indignada al ver la plaza tomada por las Mujeres del Muro.
Les grita para acallarlas. Pero ellas siguen cantando.
"La Torá no permite a las mujeres cantar en público, únicamente a solas. Ellos no deben oirlas. ¡Esto es un lugar muy sagrado!", se queja furiosa.
Ayalón resalta que este enfrentamiento "no es un asunto únicamente espiritual, sino también político: Se trata de quién es el dueño de este lugar: si ellos, los ortodoxos, como ellos creen, o si es un lugar que pertenece a todo el pueblo judío". EFE



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