jueves, 7 de febrero de 2013

¿Aprendemos a hacerlo simple y fácil?


Abandonemos el intento de hacerlo con esfuerzo, pero nunca abandonemos.

Desde siempre, he buscado lograr o hacer las cosas con eficiencia, o sea, con la menor cantidad de recursos
Desde limpiar la casa a escribir a hacer un viaje, sin importar lo que sea, busco simplificar. 

Suelo decir que no me levanto de la silla hasta no idear lo que voy a hacer eficientemente. Esto me permite gastar menos energía, dinero, trabajo, y me evita malos ratos e idas y vueltas inútiles. 
En una de mis profusas lecturas de la adolescencia, encontré que esto se llama La Ley del Menor Esfuerzo y me encantó. 

La palabrita “esfuerzo” nunca estuvo entre las más estimadas de mi vocabulario.
 Pienso que implica que uno no encontró lo que le gusta, que no sabe hacer las cosas, que cree que le recompensarán el empeño y no los resultados, que no sabe cuándo parar, que privilegia la lucha al aprendizaje. 

En la secundaria, tenía una compañera que escribía hasta cuatro páginas en una prueba y se sacaba un cuatro. Yo escribía media y me sacaba un ocho. Cuando se quejaba y me daba su prueba para ver qué estaba mal, resultaba que había escrito mucho de lo que no le preguntaban, yéndose además en detalles menores.  Yo contestaba exactamente el tema, en tres palabras. Ir al grano nos cuesta, en todos los sentidos, me di cuenta más tarde…
Somos expertos en justificarnos, explicar, victimizarnos, excusarnos, irnos por las ramas, evadirnos, para no afrontar lo que tenemos adelante. Nos absolvemos con “no puedo”, “es más fuerte que yo”, “no sé”, “no tengo opción”. Mentiras verdaderas. Si admitimos que todo lo creamos nosotros, entonces también creamos las resistencias.

Y aquí vuelve la famosa Ley.  ¿De qué se trata? 
 Mira la Tierra. 
 ¿Percibes esfuerzo en cómo se abre una flor, en cómo vuela un pájaro, en el agua corriendo?
 Está en su naturaleza abrirse, volar, fluir, es lo que son y hacen. 
Observa a alguien que es experto en lo suyo, un cocinero, un albañil, un pintor.
 ¿Notas la facilidad con que actúa? 

Una vez que aprendió el asunto, se mueve en el máximo de eficiencia, con gracia y belleza. Entonces, lo primero es admitir que ya somos, la naturaleza intrínseca de nuestra individualidad única, original, preciosa.

Gastamos demasiada energía en “parecer”, en la máscara, en lo que deberíamos ser, en lo que se supone que tendríamos que hacer y tener, en un modelo idealizado por la sociedad y por nosotros mismos (resabios de una niñez carente). En esta falta de aceptación, nos perdemos y salimos presurosos a compensarlo con acciones faltas de corazón y de sentido, pretendiendo elogios y aprobaciones por lo que no somos… ¿un círculo vicioso un poco loco, sí?

Aceptar lo que eres, lo que hay, lo que puedes, lo que son los demás, los recursos que ya tienes, los aprendizajes que te propusiste, los cambios, abre las puertas de los milagros.
 Oponerte las cierra (lo que resistes persiste). ¿Y ahora qué? Elige. Sin ocultamientos ni excusas. 
Haz una elección conciente. 

Tú puedes con ella porque todo es a tu medida, nada es más grande que tú. Tú creas de acuerdo a tu impronta energética. Deja de crear resistencias y problemas. 
Sé responsable, o sea, responde por tu elección y tu construcción. 

Tú eres capaz de motivar una solución creativa a lo que te rodea, porque tú lo diseñaste para tu mayor evolución. 
Así que, respira profundamente, exhala las resistencias e inhala aceptación. Relaja los hombros, las mandíbulas, el ceño, el estómago, todo el cuerpo y siente una onda de expansión, que se abre paso desde adentro hacia afuera. Lleva la respiración hacia la panza y deja que suba lentamente hacia el pecho, abriendo el corazón. 

¿Tienes que esforzarte para ser? No. Ya eres. 
Eres una chispa de Dios, experimentándose en millones de aspectos. 
Elegiste estar en este cuerpo, en este tiempo, en este lugar, con estas personas, con este aprendizaje.

 Deja que surja la conexión a la Luz que eres, al Amor que eres, a la Sabiduría que eres, al Poder que eres. Permite que se concrete en actos simples en el afuera. Siente que eres Uno con Todo. El Universo te sostiene y te apoya. Respira. 

Fluye con la Vida. Fácil, poderosamente, amablemente.


Fuente: caminodelser.com

viernes, 25 de enero de 2013

¿Existe la vida después del parto?


En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés. 

Uno pregunta al otro:
- ¿Tú crees en la vida después del parto?
- Claro que sí. Algo debe existir después del parto. Tal vez estemos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.

- ¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?

- No lo sé pero seguramente... habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.


- ¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El cordón umbilical es por donde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.


- Pues yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea distinto a lo que estamos acostumbrados a tener aquí.


- Pero nadie ha vuelto nunca del más allá, después del parto. El parto es el final de la vida. Y a fin de cuentas, la vida no es más que una angustiosa existencia en la oscuridad que no lleva a nada.


- Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.


- ¿Mamá? ¿Tú crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella ahora?


- ¿Dónde? ¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin ella todo este mundo no existiría.


- ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista.


- Bueno, pero a veces, cuando estamos en silencio, tú puedes oírla cantando o sentir cómo acaricia nuestro mundo. ¿Sabes?... Yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella...




Anónimo

jueves, 24 de enero de 2013

Asustar a sacerdotes ¿La última moda?


Soy seguidora del blog del Padre Fortea
He leído su último post y me ha embargado una gran indignación por lo que le ha ocurrido.

"Iba con una chica a su lado, quería impresionarla asustando a un cura. El susto consistía en pasar a gran velocidad a un palmo de distancia de mi lado. Lo que no ha contado era con el retrovisor. Me ha golpeado fuertemente en la espalda, al final de las costillas."

Al mismo tiempo tristeza.
Tristeza por ese chico, capaz de llevar a su máxima expresión, su propia ignorancia
Demostrando, sin pudor alguno, que tiene un raciocinio primitivo y  una escala de valores todavía por madurar y formarse como persona


Algunos achacan estos sucesos a una sociedad decadente y sin valores.
Puede que ese sea el problema. Puede...
O  simplemente puede ....que ignore que es el  respeto hacia si mismo.



Desde aquí le deseo de todo corazón, al Padre Fortea, que se reponga pronto del susto
 que le ha causado este muchacho.




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