miércoles, 10 de octubre de 2012

“AMAR”


                                       

Amar a un ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención, interés y respeto; aceptar su experiencia sin pretender modificarla sino comprenderla; ofrecer un espacio en el que pueda descubrirse sin miedo a ser calificado, en el que sienta la confianza de abrirse sin ser forzado a revelar aquello que considera privado; es reconocer y mostrar que tiene el derecho inalienable de elegir su propio camino, aunque este no coincida con el mío; es permitirle descubrir su verdad interior por si mismo, a su manera: apreciarlo sin condiciones, sin juzgarlo ni reprobarlo, sin pedirle que se amolde a mis ideales, sin exigirle que actúe con mis expectativas, es valorarlo por ser quien es, pero no por ser como yo quisiera que fuera, es confiar en su capacidad de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte y más maduro y comunicarle mi fe y mi confianza en su poder como ser humano.

Amar a un ser humano es atreverme a mostrarme indefenso, vulnerable, sin poses ni caretas, mostrando mi verdad desnuda, honesta y transparente; es descubrir frente a él mis propios sentimientos y necesidades, sin esperar que se haga responsable de saciarlas; es expresar mis ideas sin pretender convencerlo de que son correctas; es disfrutar del privilegio de ser yo-mismo frente a él, sin pedirle reconocimiento alguno, y en esta forma, irme encontrando a mi-mismo en facetas siempre nuevas y distintas; es ser veraz, y sin miedo ni vergüenza, decirle con la mirada cristalina, “este soy… en este momento de mi vida, con gusto y libremente, contigo lo comparto… si tu quieres recibirlo”.

Amar a un ser humano es disfrutar de la fortuna de poder comprometerme voluntariamente y responder en forma activa a su necesidad de desarrollo personal; es creer en él… cuando de si-mismo duda, contagiarle mi vitalidad y optimismo cuando está dándose por vencido, apoyarlo cuando flaquea, animarlo cuando titubea, tomarlo de la mano con firmeza cuando se siente débil, y acariciarle con dulzura cuando algo lo entristece, y sin dejarme arrastrar por su desdicha… estar ahí, apoyándole en todo momento, y cuando algo le agobie respirar a su lado contagiándole de un oxigeno sano, alegre y refrescante, es compartir en el presente por el simple gusto de estar juntos, sin ataduras ni obligaciones impuestas, sino por la espontánea decisión de responderle libremente.

Amar a un ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su cariño sin representar el papel del que nada necesita, es aceptar con gusto lo que me brinda, sin exigir que me dé lo que no puede, no quiere, o no desea darme; es agradecerle a la vida el prodigio de su existencia, sabiendo que cada día es una aventura incierta y el mañana, una incógnita perenne, es vivir cada instante como si fuese el último que pudiera compartir con él, de tal manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuese la primera vez que lo tomo de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una condición distinta y milagrosa.

Amar a un ser humano es atreverme a expresar el cariño espontáneamente a través de mi mirada, de mis gestos, de mi sonrisa, de la caricia firme y delicada, de mi abrazo vigoroso, de mis besos, con palabras francas y sencillas; es hacerle saber y sentir… cuanto lo valoro por ser quien és!, cuanto aprecio sus riquezas interiores!, aun aquellas que el mismo desconoce; es ver su potencial latente y colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior; es hacerle sentir que su desarrollo personal me importa honestamente, que cuenta conmigo, que estoy aquí, es permitirle descubrir sus capacidades creativas, alentar su posibilidad de dar todo el fruto que podría;
es desvelar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo, para hacer de esta vida, una experiencia mas rica y mas llena de sentido.

Amar a un ser humano es también atreverme a establecer mis propios límites y mantenerlos firmemente, es respetarme a mi mismo y no permitir que el otro transgreda aquello que considero mis derechos personales, es tener tanta confianza en mi-mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, me sienta en libertad de expresar mi enojo sin ofender al ser querido, y que pueda manifestar lo que me molesta e incomoda sin intentar herirlo o lastimar lo. Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el que inevitablemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser capaz de despedirse en paz y armonía, de tal manera que ambos nos acordemos con gratitud de todas las experiencias vividas, de los mejores y peores momentos, agradecidos profundamente por los tesoros compartidos.

Amar a un ser humano es ir mas allá de su individualidad como persona, es percibirlo, sentirlo y valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del hombre total, como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada “ser humano”, de la cual yo formo parte, es reconocer, a través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, del amor tal como es… con la más pura inocencia y apertura de corazón. Y por tanto, amar a un ser humano es amarme a mi mismo y sentirme agradecido por esta bella oportunidad que me dio la vida, de ser una nota en la maravillosa sinfonía de este mundo.
 
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