martes, 26 de junio de 2012

La Gratitud y tú, por Daniel Rico Baca

¿QUÉ ES LA GRATITUD?
Es la virtud por la cual una persona reconoce, interior y exteriormente, los favores recibidos y trata de corresponder en algo por lo que recibió.
Esencialmente, la gratitud consiste de una disposición interior, un corazón agradecido, pero cuando es genuino trata, de alguna forma, de expresarse en palabras y en obras.
Consecuentemente, incluye tres elementos:
  • Reconocimiento de que un favor ha sido recibido;
  • Apreciación expresada en agradecimiento; y en cuanto sea posible, 
  • Regresar de alguna manera lo que se le ha dado de forma gratuita sin ninguna obligación de parte del dador.
Entre los ejemplos más sublimes del Evangelio resalta la historia de los diez leprosos (Lucas 17: 11-19):
Sólo uno regresó a darle gracias a Jesús por su curación milagrosa.
Jesús lo puso por ejemplo y se entristeció por los otros nueve.
Sin duda la gratitud es necesaria para entrar en una auténtica relación con Dios o con la persona que nos haya agraciado.
Su opuesto es:
Hay quienes creen que todo lo bueno que tienen lo han conseguido solos.
Por orgullo o, a veces, por simple desatención, no saben reconocer el apoyo que les dieron los demás en un momento o circunstancia determinados.
Ésas,  son las personas desagradecidas…aunque parezca increíble pueden llegar al extremo de criticar o incluso hacer daño a quienes los ayudaron.
A veces se cierran todas las puertas…a veces no, pues la generosidad nunca termina.
Sin embargo, como no saben experimentar agradecimiento, se sienten solos, no descubren que los demás los quieren y que merecen ese cariño.
Su malestar crece a cada día y los entristece.

El que agradece abre las cortinas de su alma,
y permite que entre el Sol y proyecte hacia afuera su propia luz.

Viviendo el valor de la Gratitud
El valor de la gratitud se ejerce cuando una persona experimenta aprecio y reconocimiento por otra que le prestó ayuda.  No consiste, necesariamente, en “pagar” ese favor con otro igual, sino en mostrar afecto y guardar en la memoria ese acto de generosidad.
Más que centrarse en la utilidad práctica del servicio recibido, pondera la actitud amable de quien lo hizo.

Aprende a dar las gracias
La alegría que esos favores despiertan en nuestro corazón se llama Gratitud.
Se manifiesta hacia afuera cuando decimos “gracias” con una sonrisa, cuando le hacemos saber a la persona que nos ayudó lo importante que fue para nosotros ese detalle inesperado (no importa si fue un objeto, un consejo o un pañuelo desechable cuando nos vieron llorar).
Pero la Gratitud no se reduce a una palabra ni se queda en la superficie: enriquece y transforma nuestra vida cuando mantenemos presente ese acto de afecto para con nosotros.
A través de ella nos sabemos queridos por los demás.
A través de ella, sabemos querer a los demás.

Fórmula Mágica
Aprende a usar la fórmula mágica que no falla:
“Por favor” indica que pedimos algo especial.
“Gracias” indica que reconocemos la ayuda.
Piensa y reconoce todo aquello que recibes de los demás.
Exprésalo a tu estilo: con palabras, con un abrazo, con una carta o un saludo.
Vé construyendo una cadena de favores: cuando tú recibas uno, haz otro, y pide a esa persona que siga extendiendo la red de ayuda y gratitud.
No agradezcas sólo los bienes materiales.
La ayuda que va más allá de los objetos es, tal vez, la más valiosa.
“Por favor” y “gracias” son dos expresiones comunes en tu vida diaria que aparecen una y otra vez en las relaciones con los demás.
Detente por un momento a pensar en ellas.
La primera es un llamado de ayuda para solicitar algo que puede ser muy sencillo (el préstamo de un objeto) o muy complicado (el auxilio en un caso de vida o muerte).
La segunda manifiesta el reconocimiento por el beneficio que hemos recibido.
En su nivel más superficial aparecen como fórmulas automáticas de cortesía, pero cuando  vives a fondo estas emociones ingresas a uno de los territorios más ricos y profundos de las relaciones humanas.
Por el camino de la Gratitud
Vence tu orgullo, piensa en quienes te han dado la mano a lo largo de la vida.
Comprende que te ayudaron a ser quien eres.
La gratitud no es un intercambio de objetos: “tú me diste, yo te di”.
Significa, más bien, “tú te esforzarte por mí, yo estoy dispuesto a hacerlo por ti.”
No sólo hay que dar las gracias a quienes están vivos y cerca de nosotros.
Reconoce en tu corazón a quienes te ayudaron aunque no vivan o se encuentren lejos.
La gratitud y tú
Ser agradecido es apreciar a cada momento lo que los demás hacen por nosotros y generar con ellos un compromiso de confianza: como estamos conscientes de su ayuda, podremos responder de igual forma cuando ellos requieran la nuestra.
Cuando la confianza crece, se convierte en amistad: dos seres humanos comparten emociones, problemas, soluciones y la ayuda fluye siempre en las dos direcciones.
El respeto y los sentimientos de cariño mutuos crecen hasta regirse por la fidelidad: no sólo agradecemos y correspondemos a quien nos ayuda, tenemos un cariño sólido que nos hará estar siempre allí para responder, sin importar que las circunstancias cambien.

La recompensa de Nicolás Bravo
El 13 de septiembre de 1812 José María Morelos ordenó al general Nicolás Bravo “pasar a cuchillo” a 300 prisioneros españoles que tenía en su poder, como una represalia contra los ataques de los realistas.
Esa noche el general no durmió pensando que hacerlo era injusto y haría que se desprestigiara la lucha por la Independencia. A las 4:00 AM se resolvió a perdonarlos y a las 8:00 los puso en libertad.
Como muestra de agradecimiento, 295 de ellos se incorporaron a las filas del general Bravo y lucharon por la independencia de México.

La gratitud y yo
He observado que al Universo le gusta mucho la gratitud.
Cuanto más agradecidos somos, más bienes obtenemos.
Al decir «bienes» no me refiero sólo a cosas materiales, sino a todas las personas, lugares y experiencias que hacen la vida tan maravillosamente digna de ser vivida.
Ya sabes lo bien que uno se siente cuando su vida está llena de amor, ale­gría, salud y creatividad, y cuando encuentra los semáforos en verde y sitio para aparcar.
Así es como está destinada a ser nuestra vida.
El Universo da con abundancia y genero­sidad, y le gusta que se le dén las gracias.
Piensa en cómo te sientes cuando le haces un regalo a un amigo.
Si lo mira y pone cara de desilusión o dice: «Ay, no es de mi talla», o
«Este color no me sienta bien» o « ¿Y eso es todo?», seguro que no vas a tener el menor deseo de volver a hacerle un regalo.

Pero si ves que sus ojos brillan de alegría, y se muestra complacido y agradecido, entonces cada vez que veas algo que pienses que le gusta­ría, desearás regalárselo, independientemente de que lo hagas o no.
La gratitud produce más cosas por las que estar agra­decido; aumenta la abundancia. La falta de gratitud y las quejas producen poco de qué regocijarse. A los quejosos siempre les parece que hay pocas cosas buenas en su vida, y no disfrutan de lo que tienen.
El Universo siempre nos da lo que creemos merecer.

A muchos nos educaron para fijarnos en lo que no tenemos y sentir sólo carencia.
Partimos de una creencia en la escasez y luego nos preguntamos por qué está tan vacía nuestra vida.
Si pensamos que no tenemos una serie de cosas y que no seremos felices mientras no las tengamos, dejamos en suspenso la vida.

Entonces lo que el Universo oye es: «No tengo tal o cual cosa y no soy feliz», y eso es lo que conseguimos.
Desde hace tiempo acepto todo lo que a mi vida llega, diciendo:
«Lo acepto con alegría, placer y gratitud».
Me he dado cuenta de que al Universo le gusta mucho esa expresión, y constantemente recibo los regalos más maravillosos.

Al despertar por la mañana, lo primero que hago antes de abrir los ojos es dar las gracias a mi cama por la buena noche de sueño que me ha proporcionado. Le agradezco el calor y la comodidad que me ha brindado.
A partir de ese comienzo, es fácil pensar en las muchas, muchísimas cosas más por las que me siento agradecido.
Cuando salgo de la cama, probablemente ya he expresado mi gratitud por las ochenta o cien personas, lugares, cosas y experiencias de mi vida.
Esa es una forma fabulosa de empezar el día.
Por la noche, justo antes de dormirme, repaso el día, bendiciendo y agradeciendo cada experiencia.
También me perdono si me parece que he cometido un error, he dicho algo inapropiado o he tomado una decisión que no era la mejor.
Nos conviene agradecer incluso las lecciones que recibimos.
No hay que huir de las lecciones; son pequeños tesoros que se nos dan.
Cuando aprendemos de ellas, nuestra vida cambia para mejorar.
Ahora me alegro cuando veo otra parte más de mi lado oscuro.
Sé que eso significa que estoy preparado para abandonar algo que ha estado dificultando mi vida.
Digo: «Gracias por enseñarme esto, para poder sanarlo y continuar adelante».
Así pues, tanto si la lección es un «problema» que ha surgido como una oportunidad de ver algún viejo comportamiento negativo que ya es hora de abandonar, ¡alégrate!
Dediquemos todos los momentos posibles de cada día a agradecer todo lo bueno que hay en nuestra vida.
Si es poco lo que tienes ahora, aumentará.
Si tu vida ya es abundante, esa abundancia también aumentará.

De este modo siempre se gana.
Tú te sientes feliz y el Universo se siente feliz.
La gratitud aumenta nuestra abundancia

Comienza un diario de agradecimientos.
Cada día escribe algo por lo cual estés agradecido.
Diariamente di a alguien lo agradecido que te sientes por algo.
Da las gracias a los dependientes de las tiendas, a los camareros, al cartero, a tu jefe o tus empleados, a tus amigos, a tus familiares y a perfectos desconocidos.
Cuenta el secreto de la gratitud, propágalo.
Contribuyamos a hacer de este mundo un lugar de agradecimiento, por todo lo que damos a los demás y por todo lo que recibimos de ellos.
Cuando repaso mi vida y veo de qué forma increíble se ha desarrollado, con todas las enseñanzas que he aprendido de los maestros que me han ayudado a mirar los rincones oscuros de mi vida, siento una gran reverencia por esta cosa maravillosa y excitante llamada Vida.
Sí, ciertamente soy una persona agradecida, algunas veces más que otras, pero me siento invadido por una humilde gratitud por tener la oportunidad de realizar mi vida en esta época tan auspiciosa de la historia de nuestro planeta.
La gratitud es algo importantísimo para la calidad de nuestra vida.
Por lo que a mí respecta, sé que cuando estoy agradecido tengo mis canales abiertos de par en par para todos y cada uno de los bienes que puedan encaminarse hacia mí.
También es cierto lo contrario.
Si no ocurre nada en mi vida, sólo tengo que mirar cómo está el barómetro de la gratitud, y ahí encuentro la respuesta.

Un corazón cerrado cierra la conexión de nuestra alma con la Fuente de toda felicidad, alegría y dicha.

Me he acostumbrado a «actuar como si», es decir, actúo como si estuviera agradecido aun cuando me resulte difícil sentir esa agradable sensación que surge de un modo natural cuando estamos agradecidos.
Y no pasa mucho tiempo sin que me sienta de verdad agradecido.
Otra cosa que me encanta hacer es decir: « ¡Gracias!»-
Y yo le añadiría la palabra « ¡Sí!», como dice Louise Hay en su maravillosa afirmación: « ¡Digo SÍ a la Vida, y la Vida me dice SÍ!».
Cuando tenemos ese tipo de química flotando en la cabeza y el cuerpo, seguro que los éteres que emanan de uno y llegan a todos y a todo van a volver a nosotros, y van a volver multiplicados.
A veces olvidamos que somos seres divinos y que la intención del Creador es que disfrutemos de esta maravillosa e increíble Vida.
Las lecciones de la vida pueden estar llenas de alegría en lugar de tanto dolor, y cuando nuestra actitud proviene de un lugar amoroso, agradecido y apreciativo del corazón, los Maestros, Ángeles y Guías pueden ayudarnos aún más.
Cuando les pedimos ayuda, podemos estar eternamente agradecidos por esta Jerarquía Planetaria que está más que dispuesta a ayudarnos.
Entonces comprendemos que jamás estamos solos en el camino.

He descubierto que cuanto más dispuesto estoy a agradecer las pequeñas cosas de mi vida, más cosas grandes surgen de fuentes inesperadas, y empiezo con mucha ilusión cada día, con todas las sorpresas que están constantemente llegándome.
Así pues, si tu vida no funciona bien en estos momentos, podría deberse a que tu actitud de gratitud necesita un amoroso ajuste.

Declara y afirma que te dispones a ser una persona más agradecida, y observa cómo te llegan regalos de la Vida.
También afirma tu buena disposición a dar.
Cuanto mayor sea tu gratitud, más bienes vendrán a ti; cuanto más das, más recibes.
¡Qué buena es la Vida!
Y así es.
Y así sea.
Y recuerden siempre que
“Más bienaventurado es Dar… que recibir…”


Fuente: http://hermandadblanca.org/2012/06/24/la-gratitud-y-tu-por-daniel-rico-baca/
 
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