sábado, 24 de noviembre de 2012

Superar el dolor


A raíz de escribir mi anterior post sobre mi proceso personal con mi Señor Dios, me han sucedido dos sucesos inesperados por mi, que no alcanzo a comprender en su totalidad.

Una vez escrito el post, me dirigí a un grupo de amigos que estaban conectados online pidiéndoles que, si les era posible, pudieran leerlo y decirme que sentimientos transmitía. Solo esto.

No pudieron hacerlo. Motivo: su experiencias (según pude deducir) con sacerdotes.
Intente dialogar y animarles a que olvidaran esas vivencias, en un intento para que pudieran separar lo que son las personas, este caso sacerdotes, con la realidad suprema que es Dios.
Fue en vano.

Me sentí frustrada por querer saber que sentimientos trasmitía en el post y poder aprender.
Cambiar algo si era necesario o dejarlo como estaba, en lo supo superarme.
También por no conseguir, hacerme entender y conseguir que esa persona en cuestión olvidara por un momento a ese sacerdote, que lo dejase de lado y sintiera la verdad que yo siento y que según los comentarios que me han llegado, sienten mucha más personas.

El caso es que broto incomprensión, por un lado dentro de mi, por otro lado comprensión.
Comprender que se ha jugado con las personas en nombre de Dios, de la iglesia y de esta religión.
Son muchos los que han padecido abusos, que son difíciles de superar. Se ha infringido mucho sufrimiento y es algo, realmente demoledor.

Mi incomprensión, por otro lado, es darme cuenta que esos hechos que nos han llegado a destrozar por dentro, siguen vivos, aunque hayan pasado los años.
Me asaltaba una pregunta, mientras leía la contestaciones de esta persona.

Entonces..por que una persona o grupo de personas te hayan dañado tanto,
¿vas a consentir y darles el poder,de apartarte de una verdad suprema, de tu vida, de la vida.?
¿Vas a dejar de ir a pedir asistencia médica, por que un médico te trato mal, o un poco más y te mueres, o dos médicos o cien ?

Yo he sufrido acoso laboral durante tres años, todavía hoy, aunque he ganado el juicio, menos mal después de todo, siento que esta victoria es amarga. Yo también he padecido y padezco.
Podría cambiar de trabajo, si lo encontrase.
En cambio, se lo que he pasado en mis anteriores trabajos.
Me han quitado vacaciones, me han querido engañar... He aguantado al amante de mi jefe que me maltratara verbalmente..y su mujer no se enteraba de nada, aunque trabajaba con nosotros.

¿Que hago ahora? Pensar que todo es basura. ¿Voy a odiar el trabajo?
¿Me niego a trabajar?
Tengo que comer, claro. ¿Voy a trabajar, con cara tosca y malhumorada?
Bajo la creencia de que me tengo que defender de todo y de todos.
¿De vivir y creer que estoy en un mundo peligroso?

Cuando estaba sumida en el proceso de acoso en el trabajo, tuve claro varias cosas.
1º-La vida, tiene etapas muy perras, amargas, no por eso lo voy a empeorar.
2º- No estoy dispuesta a tomar ansiolíticos ni nada por el estilo, por que unas personas “ mal
usadas” ( este es el calificativo más educado que encontré por aquel entonces) me estén acosando. Unas personas, que para lavar su conciencia se dedican a hacer
trabajos de cooperación Internacionales, a personas del tercer mundo, como si estas personas
por pobres, no fuesen capaces de verlas tal y como son. Serán pobres pero no ignorantes.



Con esta consigna llame a una Psicóloga, necesitaba ayuda para no volverme loca.
Tengo la creencia de que todos los males de este mundo, un 99,99% de ellos se resuelve desde razonando. Por eso “invertí” en mi acudiendo a Psicología de gabinete.
Me recomendaron la Psicología conductual cognitiva y yo la recomiendo también.

Cogí los recursos de zen y cuando llegaba a las 10 de la noche, me dirigía a practicar una hora de zazen,( los subí a este blog, para tenerlos a mano) después hacia los ejercicios de la psicóloga.
Terminaba a las 12 de la noche. Todas las noches. Una tras otra. Me armaba de valor y practicaba.

El zen, es duro, me dolían las piernas, la espalda, en cambio sabia que no podía quedarme en el rencor y el resentimiento.
Se lo ofrecía al Señor para que me lo bendijera y no pecar y aguantaba como podía, tenia que hacerlo por mi propio bien.
No estaba dispuesta a darles a mis verdugos el poder de traumatizar me de por vida. Eso nunca.
Rogaba al cielo, para que me ayudaran a entender la compasión tibetana en el argot cristiano.
Sabia ,como aficionada a la Antropología, que las bases de toda religión y filosofía se basan en lo mismo. Por eso tenia la seguridad que en los cristianos, ya sean católicos o ortodoxos, existía la compasión.

Se me fue dado y lo entendí, fue en un sueño, un sueño vivencial, donde participaba activamente. No lo sabría explicar. Me aferre a ello como mi única tabla de salvación.
La compasión y el zen. El zen para calmarme. La compasión para entender y desterrar el rencor y el odio y así evitar ponerme a la altura de esas personas.
De lo contrario me hubiera vuelto más violenta si cabe, que mis propios acosadores.

Mi médico me dijo: Si te dejas las pastillas caerás.
Y yo entre mi: con la practica del zen y mis ejercicios, más el tratamiento de gabinete en Psicología?..no, eso no ocurrirá y no he caído.
He tenido rachas, como todo el mundo, pero caer....no. Sé lo que quiero y como conseguirlo.

Mis recuerdos están ahí. Vienen a la cabeza de vez en cuando. Cuando eso pasa los acepto, les digo eres pasado. Todo está bien. Todo está bien.
No practico zen, como he dicho es una practica muy dura y ahora no tengo esa fuerza para practicarlo, ni la urgencia de hacerlo.
La compasión la sigo cultivando, es mi escudo, contra el odio y el rencor, que con la vida que llevamos viene a menudo.

Y tengo claro, que fue una etapa que se encuentra en el pasado. Y ahí la dejo.
Jamás he estado dispuesta a arrastrarlo. Ni lo consentiré nunca.
La vida sigue, no vuelve y quiero vivir.
No estoy dispuesta morir en vida.
Elijo vivir. 


 
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