miércoles, 11 de julio de 2012

Ya pasó, continúa...

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto.

 Cerrando círculos; o cerrando puertas; o cerrando capítulos; como quieras llamarlo: lo importante es poder cerrarlos.
 Lo importante es poder dejar ir momentos de la vida que se van clausurando. ¿Terminaste con tu trabajo? ¿Se acabó la relación? ¿Ya no vives más en esa casa? ¿Debes irte de viaje? ¿La amistad se acabó?

Puedes pasar mucho tiempo, en el presente, preguntándote y tratando de entender los porqués de tal o cual hecho.Todos, sin excepción: tú, yo, tus hijos, tus hermanos, etc.estamos abocados a ir cerrando capítulos. A pasar página. A terminar con etapas o con momentos de la vida y seguir para adelante.

 No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué.
 Lo que sucedió, sucedió. Y hay que soltar, hay que des-prenderse.
 No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.
  ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!

Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa. Romper papeles, tirar documentos, vender libros o regalar cosas. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación: dejar ir, soltar, desprenderse.En la vida nadie juega con las cartas marcadas y hay que aprender a perder y a ganar.

No esperes que te devuelvan; no esperes que te reconozcan; no esperes que, alguna vez, se den cuenta de “quién eres tú”.
 Suelta el resentimiento. Darle y darle vueltas al asunto, lo único que consigue es dañarte mentalmente, envenenarte, amargarte.
 La vida está proyectada hacia adelante, nunca para atrás.
 Si andas por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción.

 Noviazgos, matrimonios, amistades que no clausuran; posibilidades de “regresar” (¿a qué?); necesidad de aclaraciones; palabras que no se dijeron; silencios que no se rompieron.
  ¡Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo! Si no, déjalos ir, cierra capítulos.

Di para ti mismo que no, que no vuelves.
 Pero no por orgullo ni por soberbia sino porque tú ya no encajas allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, etc…
  Tú no eres el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada para qué volver. Cierra la puerta, pasa la hoja, cierra el círculo.

Ni tú eres el mismo, ni el entorno al que regresas será igual; porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Por tu salud mental, amor por ti mismo, desprenderte de lo que ya no está en tu vida.

  Recuerda que nada ni nadie son indispensables para ti.
 Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir. Porque cuando tú entraste a este mundo, lo hiciste sin ese "adhesivo"; por lo tanto si es una "costumbre" vivir pegado a él, es un trabajo personal aprender a vivir sin él; sin el "adhesivo humano o físico" que hoy te duele dejar ir.

Es un proceso el aprender a des-prenderse y, humanamente, se puede lograr porque nada ni nadie nos son indispensables. Sólo es costumbre, apego, necesidad.

Pero… cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacude, suelta...
  Hay tantas palabras para definir este paso. Escoge la que va contigo, definitivamente, y avanza para adelante con tranquilidad.


 http://psicoayuda.jimdo.com/15-superacion-personal/julio-2011/
 
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